viernes, 8 de enero de 2010

Los defectos que nadie soporta

Por: Alejandro Rutto Martínez

Oscar Wilde:
Cuando me da por pensar de noche en mis defectos, me quedo dormido inmediatamente

Convivir con las demás personas implica un esfuerzo para aceptarlas como las conocemos. Y las conocemos, por supuesto, con virtudes y defectos. Ojalá fueran solo virtudes pero el mundo no es así de bello y no nos ha sido concedido ese deseable anticipo del paraíso celestial.

Es necesario pues, pensar en los defectos y frente a ellos, tolerarlos en algunos casos, hacerse el indiferente en otros y…levantar la voz y protestar cuando sea necesario porque algunos defectos molestan más que otros.

Son varios los comportamientos ajenos difíciles de soportar. Veamos algunos:
La Hipocresía: Judas besa al Maestro y le da la señal a quienes quieren capturarlos.

En apariencia fue un beso de afecto pero en realidad fue el cumplimiento de un pacto para vender a Jesús por treinta monedas de plata miserablemente manchadas de sangre.

El beso de Judas, la puñalada doble cara y las máscaras, simbolizan este comportamiento que se caracteriza por aparentar amistad, respeto, cercanía y hasta cariño, cuando realmente lo que se desea es hacer daño.

La mentira: en principio deseamos creerle a las demás personas. Algunas culturas incluso han creado sus estructuras sociales a base de la credibilidad en el vecino, el hermano, el amigo. En ellas la palabra tiene el valor de un documento. Pero de por medio está la mentira: una dañina afirmación contraria a la verdad destinada generalmente a causar perjuicio, a evadir responsabilidades o, simplemente, negar la realidad.

El mentiroso no solo miente: también engaña, falsea la realidad, traiciona la confianza y desdibuja el valor de la palabra. Quien es víctima de una mentira se siente burlado y, cuando la descubre, asume por lo general la decisión radical de no volver a creer en las demás personas.

La burla: es una falta de respeto en la cual se ridiculiza a una persona, un grupo o una organización. Quien es objeto de burla sufre un intenso dolor, ira inmensa y deseo casi irrefrenable de hacerse respetar de cualquier forma, incluso con el empleo de medios violentos.

El burlado se siente humillado y degradado y siente el deseo incontrolable de actuar para recuperar el honor lastimado y el orgullo herido.
La calumnia: vive en la sociedad y está presente en todas partes. Se la ve en las oficinas elegantes, en los barrios humildes, en las élites del poder, en los sectores privilegiados, en fin.

En principio es una mentira pero está dirigida a causar un daño directo en la honra de las personas. Es muy fácil de de iniciar, de impulsar y de posicionar, pero muy difícil de reversar. “De la calumnia algo queda” es una expresión popular válida, pues cuando alguien es víctima de de una difamación, difícilmente sale indemne pues normalmente los comentarios adversos suelen tener algunos seguidores, quienes nunca se tomarán la molestia de investigar la realidad y mucho menos estarán dispuestos a creer las rectificaciones en caso de que éstas se hagan.

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