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domingo, 26 de abril de 2020

Lo invisible sí existe

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Son varias las situaciones que nos ha tocado vivir en este singular año 2020 y muchas de ellas tienen relación con los complejos acontecimientos derivados de la pandemia que hoy tiene a la humanidad contra las cuerdas en una de las cuarentenas más grandes de la historia y una de las situaciones de riesgo más terribles de las cuales se tenga noticia.

lógicamente todo esto ofrece una serie de enseñanzas que bien aprovechadas podrían servir para que el género humano reoriente su forma de ver el mundo, el estilo de vida, sus sistemas de producción y el orden de sus prioridades.

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Veamos a continuación algunos de los más importantes aprendizajes de estos meses que hemos vivido entre el vértigo de la cotidianidad y el temor por lo que pueda pasar mañana o tan sólo dentro de unas horas o unos minutos.

1. El orden de las prioridades. Desde hace mucho tiempo los seres humanos en todos los lugares estaban concentrados, obnubilados diría yo, por lo espectacular, por las luces deslumbrantes de los sucesos pasajeros.  Así las cosas, un papel preponderante lo ocupaban los deportes de alta competencia, la vida de las denominadas, la farándula y otras cosas que ocupaban la mayor parte del tiempo y demandaban también una gran inversión.
La actual crisis nos ha permitido ver que se puede vivir sin todo lo anterior: el balón de fútbol dejó de rodar sin que el mundo se acabara, las celebridades hace tiempo no se presentan en público ni firman autógrafos y el mundo sigue en pie, la farándula pasó a un segundo o tercer plano y la tierra sigue girando. 
En contraposición con lo anterior nos hemos dado cuenta de que era necesario regresar al origen revalorar el sistema de salud reconsiderar la importancia que se le venía dando a los médicos y las enfermeras al personal de aseo hospitalario en general a todos los trabajadores del sistema de salubridad y también el valor que debe dársele a la unidad en la familia. Ojalá que cuando todo esto termine no queramos regresar al agitar la vida que teníamos antes de la pandemia y por el contrario podamos continuar por un camino que nos haga más humanos.

2. La debilidad del colectivo humano
El mundo ha vivido desde hace mucho tiempo sometido al temor de que una guerra pueda acabar con la existencia de la raza humana e incluso del planeta. Se le tiene miedo también a catástrofes naturales como huracanes y terremotos. También se ha mencionado la visión apocalíptica de un mundo que sucumbe a los pies  del hambre.

Los gobiernos han formado poderosos ejércitos y han ordenado a la industria militar la fabricación de armas cada vez más poderosas y destructivas. Pero dichas armas, el poderío económico y la egolatría de los poderosos no ha servido de nada para enfrentar al más pequeño de los enemigos. 

Lo que todo esto ha demostrado es la debilidad de los actuales sistemas para proteger la prolongación de la vida en las condiciones en la que se había concebido.

3. En consonancia con lo anterior debemos decir que ni los ejércitos ni las armas ni la sociedad de consumo ni la tecnología de la que tanto nos ufanamos han servido para darnos tranquilidad durante los tiempos de la pandemia. 

¿De qué sirven los fusiles, qué utilidad tienen los tanques de guerra, las bombas y los soldados bien entrenados y dotados para cuidarnos de un enemigo al cual ni siquiera podemos ver?

 4. ¿Qué es entonces lo verdaderamente importante?

Esa es la pregunta que hoy todos nos hacemos.  Los templos están cerrados, las escuelas y universidades están cerradas, la mayoría de establecimientos comerciales están cerrados, los aeropuertos se encuentran cerrados y los aviones parqueados en sus hangares y la vida sigue como si nada estuviera pasando.  

Entonces preguntamos de nuevo: ¿qué es lo realmente importante? Y tenemos que responder lo realmente importante es la familia, la única con la que podemos compartir en estos momentos y Dios qué es el único capaz de brindarnos esperanza.

5. El renacer de la naturaleza

Nos han contado por estos días cómo se ha recuperado la capa de ozono, cómo han reverdecido ciertas praderas y sabanas que ya se encontraban amenazadas con la desertización, y como algunas especies animales han podido regresar a sus antiguos hábitats de los cuales fueron desplazados por la llegada masiva de pobladores quienes arrasaron todo a su paso. 
Ojalá que en el día después, cuando ese día después llegué, tomemos las medidas necesarias para que podamos tener una coexistencia pacífica con la naturaleza.

6. El poder de lo invisible

Algunas personas quedaron apegados al socorrido principio de ver para creer fundamentados tal vez en la incredulidad de Tomás el apóstol que sólo le creyó a Jesús la historia de la resurrección una vez pudo meter el dedo en sus heridas. 

Hay quienes no creen ni en la existencia ni en el poder de un ser supremo debido a que no pueden verlo, pero curiosamente hoy estamos amenazados por un virus letal y poderoso al que tampoco podemos ver pero de cuya existencia no dudamos.

martes, 1 de diciembre de 2015

¿Tienes un problema? Tenemos la solución

Alejandro Rutto Martínez

David era un joven pastor de ovejas, hijo de una numerosa familia, de buen porte, elegante, el menor de todos sus hermanos. No tenía nada que lo diferenciara o que lo hiciera grande, pero se distinguía por un gran amor a Dios. El Señor lo unge como rey de Israel para reemplazar a Saúl, quien se había apartado de la voluntad soberana del Creador. 


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Sin embargo, su ascenso al trono no fue  inmediato. Antes debería vivir un episodio cumbre de su vida cuando enfrente a Goliat y lo derrote armado solo de su valor como creyente, una rudimentaria honda y cinco piedras lisas.  David venció al gigante pero cayó en desgracia con el rey Saúl quien lo persigue para matarlo y lanza contra él feroces ataques para acabar con su vida. David elude esta persecución y aún en sus momentos de mayor angustia respeta la honra y la vida de Saúl como el "ungido de Jehová".  Es tanta su reverencia por el rey que en dos ocasiones lo tiene en sus manos y, en lugar de atentar contra él, le perdona la vida y espera sólo que Dios actúe. 

En sus momentos de mayor quebrantamiento, cansado de huir, atemorizado por el peligro, exhausto por sus constantes viajes, se siente al borde de la derrota. Pero es en este momento cuando escribe el salmo 34  uno de sus más bellos textos, en el que expresa su confianza en Dios, seguro de que nunca va a ser abandonado y de que cada una de las promesas relacionadas con su reinado se cumplirán a su debido tiempo. 


El salmo 34, en su versículo 4 dice textualmente: "Busqué a Jehová, y él me respondió y me libró de todos mis temores."


Si leemos bien este corto mensaje, podemos encontrar tres cosas que nos van a ayudar en nuestra vida espiritual y nos permitirán enfrentar cualquier dura circunstancia que se nos presente: 


1. David buscó a Dios

2. Dios escuchó a David
3. Dios libró a David de todos sus temores


David pudo resolver su difícil situación de manera desesperada, como por ejemplo, huyendo muy lejos y no regresar nunca más, con lo cual hubiera renunciado a las promesa que Dios le había hecho de ser rey de Israel; o pudo enfrentarse con el ejército de Saúl, con lo cual habría expuesto gravemente su vida y la de quienes le rodeaban. También pudo matar a Saúl, con lo cual hubiera manchado sus manos de sangre, con las graves consecuencias que ésto le hubiera generado. 
En lugar de eso, hizo lo más simple: buscar a Dios y obtuvo la respuesta adecuada pues, el Padre Celestial no sólo lo escuchó, sino que le respondió y lo libró de todos sus temores. 

¿Estás atravesando por una circunstancia difícil?  Busca tú también a Dios y prepárate pues Él te va a escuchar y te va a responder. Y lo mejor de todo: Él, en su infinita misericordia, te va a librar de todos tus temores.  Ya lo hizo una vez con David. Hoy lo hace contigo, un hijo al que Dios quiere con entrañable afecto. 

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sábado, 6 de febrero de 2010

La Bendición de Servirle al Rey




Por: Paola Johana Martínez ortíz

Cuántas veces hemos estado confiados a pesar de las adversidades, las personas que nos conocen y son testigos de nuestros problemas, se vuelven nuestros principales críticos al pretender entender nuestra actitud; no se explican cómo podemos estar tranquilos en medio de la dificultad, y en nuestra condición de creyentes muchos son los que nos tildan de “religiosos”, y muy a pesar de eso seguiremos creyendo que cuando le servimos al Rey de Reyes él nos conoce y nos entrega hasta más de lo que le pedimos.


Nehemías quien servía de copero al Rey Artajerjes en la Capital de Susa, un hombre temeroso de Dios que había nacido dentro de las costumbres del pueblo judío; se encontraba en una terrible situación, se había enterado que los muros que rodeaban a Jerusalén se encontraban en ruinas. Nehemías anhelaba ir a Jerusalén para reedificarla, el único inconveniente que tenía era su condición de cautivo y servidor del Rey, que le impedía trasladarse para tratar de socorrer a su pueblo, pero Nehemías hizo lo que un buen creyente hace primeramente; clamó pidiendo ayuda a Dios, y como siempre él permanece fiel a nuestras necesidades, movió todas las fichas a favor de Nehemías de manera sorprendente, tanto que el valiente copero recibió más de lo que había pedido.


Nehemías 2:1,2: Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón. Entonces temí en gran manera.


La posición de Nehemías era de confianza y de privilegio ante el rey Artajerjes; vivía cómodamente y no tenía muchas necesidades, se movía por todo el palacio como un hombre importante; sin embargo a pesar de su posición Nehemías sufre en lo más profundo de su ser la situación humillante de su pueblo y ciudad y lo primero que hace es orar ante Dios y rogar por su gente.


Nehemías había ido a la presencia del rey, sirviéndole como era de costumbre, pero en aquella ocasión el rey notó la aflicción de Nehemías sin que saliera palabra de su boca, no había pronunciado lamento; sin embargo el rey lo conocía y le preguntó: ¿Por qué está triste tu rostro?, dice la palabra de Dios que Nehemías nunca antes había estado triste en su presencia; lo que llamó la atención del rey y le dijo: ¿ qué cosa pides?, pidiéndole el copero permitirle ir a la tierra de sus padres, además que le entregase carta de recomendación para llevar ante los gobernadores de las otras provincias; y una carta al guarda del bosque para recibir de manos de este la madera que se necesitaba para el levantamiento de los muros. No obstante el rey le otorgó todo lo que pidió y además de eso lo envió en compañía de su ejército, osea le dio más de lo que había pedido.


Me siento representada en la historia de Nehemías, este copero del rey que ante una dificultad clamó ante el todo poderoso y Dios reposó de su gracia sobre él, de la misma manera Dios actúa con nosotros; cuando estamos confiados en Dios en medio de la dificultad, aunque no lancemos queja alguna, él nos manda su socorro, y lo hace porque nos conoce; porque él escudriña lo más profundo de nuestros corazones y aunque todos te vean tranquilo, tu padre que está en los cielos conocerá tu angustia y preguntará ¿Qué cosa pides?.


Nehemías había ganado la confianza del rey porque le había servido fielmente, cuando nos disponemos a servir al rey de reyes recibimos recompensa , Servir a Dios significa darle la gloria y la honra en todo momento, en el lugar que nos encontremos, servirle a Dios es cumplir a cabalidad con sus mandamientos, en especial el que establece “ama a tu prójimo como a ti mismo” cuando tu entiendes el significado del amor le servirás en todas las esferas; es cuando él entonces se encarga de nuestros problemas y nos invita a tomar su yugo, Por eso dice: «venid a mí». Yo os quito ese yugo que os fatiga. Yo pongo sobre vuestros hombros otro yugo que os libera. Yo os quito esa carga que os deprime. Yo echo sobre vuestras espaldas una carga que os fortalece. Mi yugo y mí carga, mi ley es una sola: el amor. Él nos ofrece entregarle nuestras cargas y recibir su yugo, el yugo que debemos llevar es el amor de Dios que se sobrepone a cualquier dificultad.


Hoy te invito a que pongas tus problemas en las manos de Dios y decidas servirle, luego podrás tu mismo dar testimonio de la bendición que representa servirle al Rey.

Bendiciones,

lunes, 28 de enero de 2008

MAICAO AL DÍA: La columna de Alejandro Rutto


LA MENTIRA, UN PECADO QUE NOS ALEJA DE DIOS
Hace un tiempo, en uno día en que me dedico a buscar y rebuscar en los libros y revistas de una de esas bibliotecas a las que nadie visita (no por culpa de la biblioteca sino de la gente apática que no sabe lo que se pierde), encontré una historia ilustrativa de la forma de ser del género humano. Al principio me arrancó una sonrisa pero después me obligó a reflexionar sobre varios temas relacionados con nuestro comportamiento social y el compromiso con Dios de ser, no solo buenos ciudadanos, sino hijos obedientes y de buen testimonio.

Pero les cuento, sin más rodeos la historia. Un profesor, caracterizado por su seriedad y el rigor con que calificaba a sus estudiantes, entra al salón de clases y les dice: “Hoy vamos a hablar sobre la solidaridad y nos vamos a basar en el capítulo quince de nuestro texto guía. Supongo que todos han leído ese capítulo”

Por la cara que ponen los muchachos se nota que no han leído nada. Ni siquiera están muy familiarizados con el tema que se va a tratar, pero el profesor está ahí, delante de ellos, a la espera de una respuesta. Pasa un segundo, dos…el tiempo transcurrido parece una eternidad. Al fin los jóvenes, como si se hubieran puesto de acuerdo por medio de un extraño mecanismo de telepatía responden al unísono: “Sí lo leímos”

El profesor retira los lentes de sus ojos, los queda mirando y les dice. “Pues no les creo. Nuestro libro solo tiene catorce capítulos y hoy no hablaremos de la solidaridad sino de la mentira” Los chicos no saben cómo reaccionar. Sienten una mezcla de vergüenza y temor, pero el profesor los tranquiliza: “No se preocupen, olviden su respuesta y presten atención porque hoy vamos a aprender juntos”

El estudio etimológico de la palabra mentira nos conduce al vocablo latino mens, cuyo significado es mente. Y ¿Cuál es la relación de mentira con mente? Sencillo: toda mentira, cualquiera sea su tamaño y su intencionalidad proviene de la mente del hombre. Sin embargo, la primera declaración no verdadera tuvo origen en una mente distinta a la del ser humano, como explicaremos más adelante.
La mentira es una declaración en la cual la verdad está ausente, y se hace con la intención deliberada de engañar. Según el diccionario, mentir es “decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. Y mentira, siempre de acuerdo con la misma fuente es: “Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa”.

Existen variadas formas de mentira, desde las bien intencionadas “mentiras piadosas”, hasta las patológicas; desde las blancas hasta las verdades a medias. Una mentira piadosa se dice para ocultar verdades dolorosas (el caso del enfermo Terminal a quien le mienten sobre su estado de salud para que se preocupe menos); las mentiras blancas son testimonios falsos que aparentan no tener importancia: la persona las dice porque siente que tiene una justificación para hacerlo; las verdades a medias son una pócima bien preparada en la que una declaración falaz se mezcla con algunas gotitas de verdad de manera que el oyente crea todo el mensaje, incluido lo que es y lo que no es cierto. Mentir patológicamente es una forma de actuar enfermiza. Se hace en forma frecuente y en últimas el autor de la falsedad logra no solo que le crean (los mentirosos no existirían si no les creyeran) sino que ¡él mismo se cree su propia invención!

Dijimos antes que todas las mentiras nacen en la mente del hombre, excepto la primera de todas algunas otras nacidas en la más perversa de las mentes del universo: Satanás. El libro de Génesis nos relata la patraña del diablo para convencer a la primera pareja humana de que desobedecieran a Dios:”Pero la serpiente dijo a la mujer: -¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando comande ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal” (Gen. 3:4-5).

-¿Podríamos decir entonces que perdimos nuestra relación con Dios por causa de la mentira del diablo?, me preguntó uno de mis estudiantes alguna vez.

-No solamente por la mentira del demonio, le dije. También por haberle creído a él más que a Dios como con tanta frecuencia lo seguimos haciendo hoy en día. Dios nos ordena no hurtar (así, de manera categórica y simple) pero luego alguien nos convence de que “las cosas no son del dueño sino del que las necesita” y en lugar de creerle a Papá (así, con mayúscula) les creemos a los particulares. El Señor nos ordena No matar (así, sin más arandelas) pero los discursos encendidos y patrioteros se encargan de decirnos que es un deber defender a la patria a cualquier precio, entiéndase, matar si es necesario. Y otros discursos patrocinan, incluso, el vil asesinato de una indefensa criatura en el propio vientre materno, con la pretensión de proteger la vida de la madre u otros con los cuales se refuta el mandamiento del Padre celestial (Recuérdese, NO MATAR, sin arandelas).

Antes de someterse a decir algo que no sea la verdad, un seguidor de Cristo debe recordarlo siguiente:
Dios no acepta la mentira (“Los labios mentirosos son abominación a Dios; pero los que hacen verdad son su contentamiento” (Pr. 12:22)
La mentira causa perjuicio a mi prójimo
La mentira complica los problemas y aleja su solución( una mentira obliga a decir otra y después otra hasta que es imposible seguirlas sosteniendo)
Mentir a otros es mentirle al Creador.
La mentira se descubre con el tiempo
La mentira recibirá su castigo
La mentira destruye el más precioso patrimonio de las personas: su credibilidad

Decir la verdad, a veces resulta costoso, es cierto. Pero aún más alto es el precio de no decirla. Pero nada resulta más caro que decir mentiras porque sus efectos dañinos físicos y espirituales, resultan incuantificables.

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