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sábado, 2 de mayo de 2020

Siervos y amigos de Dios

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Estos son los tiempos en los que hay más preguntas que respuestas, más miedos  que certezas y más ansiedad que firmeza. Atravesamos en nuestra misma barca un   río diferente de aguas turbulentas a través del cual nos movemos sin tener brújula ni   capitanes porque los protagonistas de antes no han sido capaces., al menos por el  momento, de mandar un mensaje tranquilizador.

Antes era diferente. Para los tiempos en que la amenaza era el sido, nos  recomendaron la fórmula del sexo seguro. En las épocas del cáncer la receta eran los hábitos de vida saludable. Para la inseguridad, nos ordenaron portarnos bien y   llegar temprano a casa.

Pero en los tiempos del virus diminuto, invisible, pegajoso y mortal, no hay forma  válida de protegerse excepto encerrarse, distanciarse y esperar que nada suceda.  Parece que humanamente no hay nada que hacer, pero es mucho lo que podemos  lograr con elevar la mirada y el corazón hacia el Dador de la vida, quien ha tenido   siempre la intención de considerarnos amigos suyos en lugar de solo siervos suyos.

Te invitamos a leer también: Lo invisible sí existe

 Hoy, cuando estamos con un pie en la orilla del tiempo y otro en la ribera de lo   desconocido es importante acercarnos al conocimiento de Dios, el cual se   transforma en una relación íntima y tierna con Él quien ha dado suficientes muestras  de amor por su esquiva criatura humana, como la de dar a su Hijo unigénito para   que todo aquel que en él crea no se pierda,  mas tenga vida eterna.

 No hay vacunas, ni soluciones que dependan de los líderes mundiales, por  poderosos que estos sean. Lo que nos va a dar la serena tranquilidad, la segura  protección y la pronta salida es el poder generoso e ilimitado de Dios, quien desde  siempre nos ha hecho por lo menos tres invitaciones que los humanos en sus  múltiples ocupaciones, en sus socorridas preocupaciones y en sus frecuentes   distracciones no ha atendido, no ha entendido o no ha querido entender.

¿Cuáles son esas invitaciones?

 En primer lugar​, Dios quiere que vengan a Él, a través del estudio de su palabra,   ¿de la aceptación de Jesús y de solazarse con la presencia del Espíritu Santo en sus    vidas. Jesús manifestó “​Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a     mí, de ningún modo lo echaré fuera” Juan 6:37

 En segundo lugar​, Dios quiere que el ser humano lance su grito de emancipación frente a otros vínculos, en contra de los dioses modernos como el dinero, el placer, la avaricia por acumular cada vez más y el interés en cosas vanas y superfluas.

En la antigüedad, en un momento en que sus líderes no estaban, el pueblo de Dios corrió a adorar un becerro de oro y se olvidó del Padre celestial. Hoy tenemos  nuevos y relucientes becerros de oro, a los cuales las multitudes adoran, en un   insensato  olvido de lo fundamental.

 Hoy es muy oportuno el llamado, sencillo y sincero que Jesús hizo a sus discípulos:
 “Hijos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21)

 En tercer lugar, Dios quiere que nos liguemos a Él que lo busquemos, que   tengamos comunión con lo suyo y que reconozcamos su grandeza, sin otro interés   que el de obedecer su Palabra. No se trata de un torneo de premios y de castigos,   en el que quien busque a Dios tendrá galardones y será exonerado del sufrimiento.
         
Se trata de que el Señor nos ordena que lo tengamos a Él como prioridad en nuestras vidas y en la vida del creyente la obediencia es fundamental.

Sin embargo, la buena noticia es la siguiente: Dios ha prometido que la obediencia será recompensada. Es por ésto que en el libro de Santiago (4:10) podemos leer un  mandamiento riguroso y, enseguida, una promesa espectacular. ¿Quieres ver el   texto? Aquí está:  “Humíllense delante del Señor, y él los exaltará”

En otras palabras, una nueva relación con Dios es lo que la humanidad necesita  para alcanzar el nuevo rumbo. Hombres y mujeres que además de siervos sean amigos del Creador.

sábado, 19 de agosto de 2017

¿Qué somos en realidad?

Jesús de Nazaret: Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre Celestial, es mi hermano, mi hermana y mi madre.


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Si usted lo ve bien eso es lo que somos en la vida: pasajeros en tránsito, pues hemos venido por un tiempo a la vida terrena, tal como la conocemos y un día hemos de marchar de vuelta a la casa paterna, situada en la eternidad.   Nos ocurre como cuando estamos en un aeropuerto o en un terminal de transportes esperando el avión o el bus o el tren que nos llevará a nuestro destino definitivo. Mientras  permanecemos en ese lugar vemos televisión o las pantallas de los próximos vuelos, tomamos un café, leemos un libro o revisamos el correo…son actividades transitorias, porque ese no es nuestro sitio.

Buena parte de los problemas de la raza humana tienen su raíz en haber creído que éste es su lugar definitivo y han desarrollado un apego egoísta y exagerado a los bienes  acumulados y a los placeres sin pensar  en la temporalidad de todo lo que existe y en que algún día tendremos que salir de la sala de espera y continuar nuestro viaje.

Cuando hizo alusión a las preocupaciones  de este mundo Jesús de Nazaret hizo una invitación a que no nos desesperemos ni nos angustiemos por las necesidades del día a día. En una de sus más conocidas enseñanzas se hizo una comparación entre las necesidades de las aves del cielo y las de los seres humanos, tal como se puede leer en el capítulo 6 versículo 26 del libro de Mateo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”

Y más adelante  nos da uno de los mejores consejos que alguien pueda ofrecernos: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” (Mt. 6:31)

Nuestro Padre Celestial sabe que necesitamos todas estas cosas. Así lo ha dicho Jesucristo, quien nos invita a buscar algo aún más importante que la comida y la bebida y todos los bienes materiales y es el reino de los cielos y su justicia. Y si lo buscamos se nos ofrece una ventaja adicional: todo lo demás, lo adicional, lo materia, también lo recibiremos. Así se desprende de uno de los textos bíblicos más sobrecogedores que podamos leer: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”

Desafortunadamente hemos estado invirtiendo el orden establecido por Dios y gastamos casi todo el tiempo y buena parte de nuestra existencia a conseguir lo que ya se nos ha ofrecido pero no como el obsequio principal sino como añadidura. En otras palabras, vivimos desesperados por obtener la envoltura cuando realmente lo que vale es el regalo, lo que va por dentro, en otras palabras, el reino de los cielos y su justicia.

Ha llegado la hora de hacer un alto en el camino y pensar en lo que de verdad cuenta. Nuestro lugar no está en la sala de espera de un terminal ni en las cómodas sillas de un moderno y rápido vehículo. Nuestro verdadero sitio está en la eternidad al lado de Dios u por eso el gran propósito de hoy y de siempre debe ser atender el llamado de Jesús a buscar el reino de los cielos y su Justicia. Y lo demás es lo demás. Y vendrá por añadidura. 



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