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jueves, 12 de octubre de 2023

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Episodio once )

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior: Guillermo sobrevive a un terrible accidente y se siente mucho mejor y de nuevo vuelve a estar muy inquieto. Quiere hacer más por su pueblo.  Un día fue al mercado y trajo varias cajas de tomate vacías, mucha madera y tela, potes y combustibles.

¿Qué se proponía ahora?

Hizo una oración y una breve reunión familiar que terminó en aplausos. Todos salieron decididos a trabajar en el nuevo proyecto. Algunos serruchaban la madera, cosían las telas, preparaban mechones con los potes vacíos y otros escribían cartas.   

Unos pocos días después estaba lista una estructura a la que le agregaron figuras  de animales  como ovejas, burros, vacas y algunas figuras humanas vestidas a la usanza de los tiempos bíblicos.  

La familia Ospina Vélez había hecho un pesebre gigante, con todas las de la ley. Con su creatividad, esfuerzo y espíritu navideño habían construido una hermosa réplica del lugar en que nació el niño Dios muchos años atrás en la ciudad de Belén. Ahora sólo faltaban los regalos, que ellos mismos comprarían o serían aportados por aquellas personas a las que se les enviaron las cartas elaboradas a mano.

En Maicao no había un buen servicio de energía eléctrica, pero ese no sería impedimento, pues para eso eran los potes vacíos, las mechas y el combustible: para preparar mechones.

La noticia se regó en el barrio y, a pesar de que no era diciembre, los niños y los adultos comenzaron a visitar ese lugar que parecía sacado de un cuento de hadas o de las ilustraciones bíblicas.

La voz a voz de la gente le dio un nuevo nombre a la casa del maestro Ospina: en adelante todo el pueblo la conocería como “La Casa del Pesebre”

Antes del inicio de las novenas se habían recolectado decenas de regalos y buen chocolate para repartir en esos días.

Herbert Ospina recuerda esos días con nostalgia que por poco le nubla los ojos de lágrimas:

-       “Fueron días muy hermosos, mi papá  por fin decidía quedarse en alguna parte enamorado de la gente de acá. Esa navidad fue muy linda, hay que ver la generosidad de la gente para darnos los regalos y la alegría de los niños cuando llegaban a cantar los villancicos y a rezar las oraciones. Todo el barrio se contagiaba del espíritu navideño. Son días inolvidables”.

La poetisa y cantante de música cristiana Lizet López España es una de las de decenas de niños que asistían a la Casa del Pesebre en cada navidad. Hoy explora sus recuerdos y los expresa de la siguiente manera:

-      El pesebre me trae muy lindos recuerdos de esos años de la infancia. A veces me escapaba de la casa con mi hermanita al pesebre había un pequeño estanque en donde colocaban pececitos, disfrutábamos mucho de  las reuniones, de las novenas y por supuesto, de los buenos regalos que nos daban el 24 de diciembre”.

La navidad ha sido siempre una época muy especial para toda la familia y sirvió para que echaran raíces en esta tierra, tanto que han declinado varias ofertas muy atractivas para que regresen a los Llanos Orientales, incluida la posibilidad de una fértil parcela y el pago de los estudios a todos los hijos y nietos.

Pero la navidad ha podido más.   La influencia de sus tíos sacerdotes y sus tías monjas que organizaban la navidad cuando él era apenas un niño ha sido fuerte y vital.  

Desde septiembre Guillermo se olvida del dolor de espalda que le dejó el grave accidente de hace años y empieza a trabajar en el montaje del pesebre. Arregla de nuevo su vestido de Papé Noel y vuelve a probarse la barba postiza, ensaya los villancicos y reparte las cartas para que los padrinos recuerden el compromiso de mandar los regalos antes de que comiencen las novenas. 

Durante esos días se da gusto: canta villancicos, se viste  de Papá Noel y actúa como maestro de ceremonias en la Iglesia. Los niños acuden felices a su casa y él, vive pensando siempre en nuevos proyectos.

Un día, poco antes del inicio de las novenas, se presentó con unas cajas y varias herramientas. ¿En qué estaría pensando ahora?

Leer el siguiente episodio

 

lunes, 30 de diciembre de 2013

Si Cristo hubiera nacido en Riohacha



El nacimiento de Cristo

Por: César Castro Hernández
          
Siempre me ha asaltado la inquietud y la curiosidad de saber qué habría pasado si Dios en vez de enviar a su hijo Jesucristo a nacer en Belén, hubiera ordenado que el nacimiento de El Salvador se diera en Riohacha, un punto a orillas del Mar Caribe, con una temperatura media de 34 grados centígrados y poblado con gente mayoritariamente riohachera; pero, también por gentes llegadas de Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, Montería y de las islas del caribe, particularmente de Aruba y Curazao.

Ya desde antes de nacer, Cristo, se vería enredado en un cipote escándalo. Las viejas del barrio Arriba y del Barrio Abajo que madrugan escoba en mano, dizque para barrer las puertas y no para enterarse de las últimas noticias, se hubieran dado gusto. 

"Ambúa. Imagínate, que Maye, sí, la pelaíta esa que no quiere ni pisá el suelo, está preñá del viejo Chema. Aunque yo hablé con Chema y él dice que no tiene nada que ver con el asunto y que ese pelao no es de él".

En fin, que el viejo Chema terminaría aceptando la barriga de Maye, comprometiéndose con ella y diciendo que padre es el que cría. Así pasaría. Pero, Chema no perdonaría las habladurías de los vecinos ni de sus amigos más cercanos por lo que habría decidido no poner a ninguno de compadre y que el pelao se bautizaría ya grande. Sin embargo, aunque sin bautizar, toda Riohacha se enteraría de que Maye llamaba a su hijo como Jesús y terminó llamándolo Chucho. 

Chucho se aficionaría desde temprano a las labores de pesca y crecería con la espalda al sol ayudando a los pescadores, unas veces debajo el puente del ríito y otras ayudando a echar las lanchas al mar en El Guapo

Me imagino el escenario de Jesús nacido en el barrio Arriba de la capital guajira y desde entonces se le conocería como Chucho, el hijo de Chema, el de Maye, carpintero constructor de lanchas de madera para la pesca. Y su mamá sería Maye, la prima-hermana de Chave, la vendedora de tortuga frita.

Maye y Chave se visitarían mucho y se mandarían platos de comida una a la otra porque ambas estarían preñadas y se darían ánimo y consuelo en medio de los latigazos de la lengua de los habitantes del barrio. Chave, preñá y con un marido como Zacarías, ya bastante anciano  y Maye, preñá y sin marío. Ambúa.

La Biblia no informa de la ubicación ni qué hizo Cristo en el tiempo comprendido entre sus 15 y sus 30 años. Pero, si ellos no lo supieron aquí en Riohacha si se hubiera sabido rapidito. Las bolas llegarían rapidito y más rápido que un correo electrónico.

A Chucho lo vieron bien. Viviendo bien. Casado con una vieja de plata en un pueblo de Brasil y ni se acuerda de su mamá.

Otros vieron a Chucho, preso en una cárcel de los Estados Unidos, condenado a 20 años por tráfico de drogas y ni se le conoce porque está gordo y tiene una cortada en la cara. Él mandó una plata a su mamá para cuando salga, poner un negocio aquí en Riohacha.

Chucho murió en un tsunami en Venezuela y lo enterraron sin que nadie supiera quien era él.

Pero, el escándalo mayor sería cuando Chucho apareciera en esa Riohacha de principios de siglo con sus calles arenosas, sin energía eléctrica, sin alcantarillado, sin acueducto. Pero, con un gran movimiento comercial con las islas del caribe y el parque Padilla convertido en uno de los grandes puntos de encuentro de la ciudad para dialogar, para sentarse a descansar, para comentar la realidad local y nacional. Ya desde entonces, se le conocería como El Congresito.

Y en todo el frente del parque Padilla, estaría allí, majestuosa, la Catedral de Nuestra Señora de los Remedios de Riohacha. El sitio de adoración de la Vieja Mello

Y allí, en esa pequeña plazoleta entre la Catedral y el parque, aparecería Jesús, después de 15 años de ausencia, diciendo que era el Hijo de Dios y que lo escucharan.

De salida, especialmente los habitantes del barrio Arriba lo reconocerían y dirían, bueno y ¿Ése no es el hijo de Chema con Maye la del barrio Arriba? Tá loco. Llamen a Chema pa`que se lleve a su loco para la casa.

Jesús insistiría en hablarle a la gente. Pero, comenzarían a tirarle papeles, zapatos viejos, pepas de mango, cáscaras de piña y de mamón.

Un abogado riohachero, tomaría la vocería y diría: Déjenlo hablar que él es riohachero y tiene todo el derecho del mundo. Pero, la bulla aumentaría el volumen.

Una señora recién salida de misa diría que a ese poco de locos que han llegado a Riohacha hay que recogerlos, montarlos en un camión y llevarlos para su pueblo. No les prestaría atención a unos muchachos que le dicen que Chucho es riohachero.

Un muchacho moreno, embolador del parque diría que dejen al man que hable, eche, si el man tuviera billete, entonces, sí, pero, como el man está llevao, por eso no lo quieren dejá hablá.

El párroco de la Catedral saldría convencido de la locura de Jesús y lo tomaría suavemente del brazo, lo sacaría de en medio de la multitud y le diría que se fuera para su casa que yo conozco a tus padres y a tus hermanos y no quiero que te pase nada malo.

Un hombre moreno abrió la puerta de su moderno vehículo y gritó yo no como de locos, como me lo encuentre por ahí, de noche y solo, le reviento la cabeza a plomo.

Los periódicos nacionales no le pararían ni cinco de bolas a un loco nuevo que apareció en Riohacha diciendo que es el Hijo de Dios y los medios de comunicación locales se comprometerían en una campaña para ayudar económicamente a la familia de Chucho para que éste pueda ser llevado a una clínica de recuperación en Bucaramanga.
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