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sábado, 16 de abril de 2022

¿Cómo era el fútbol de antes en Maicao?


Estábamos en 1979 y agonizaba la década de los años setenta. Maicao se había convertido en sede de la liga de fútbol de La Guajira y se convertía en el epicentro del popular deporte en el departamento  gracias a la gestión de un puñado de directivos visionarios encabezados por Hernando René Urrea Acosta. 

El estadio San José (ese era su nombre por aquella época) era el epicentro de un campeonato municipal de gran altura n el que tomaban parte equipos de la categoría de Solo Deportes, Santander, La Flecha, Depósito el Indio, Deportivo Neymarú, Banfield, Colegio San José, Cicla Philips, Libreta de Plata y Cicla Philips, entre otros. 

La selección juvenil y de mayores de La Guajira jugaba sus partidos de local en Maicao, en donde se hizo fuerte bajo la dirección técnica del ex jugador de la Selección Colombia Marcos Coll, autor del único gol olímpico en los mundiales de fútbol. 

Pero vayamos a la hermosa foto que nos ocupa. ¿Saben quiénes aparecen en la histórica postal? Se lo contamos a continuación: 

Josué Fonseca Ortiz,  hijo del pastor evangélico Mariano Fonseca médico veterinario, quien más adelante sería alcalde de Maicao, Actualmente trabaja en la Secretaría de Desarrollo Económico, en la Gobernación de La Guajira. 

Leonardo Garnica, comerciante, dirigente deportivo para la época, fundador y propietario de la Papelería Maicao. Actualmente está dedicado a sus negocios en Bucaramanga y Maicao. 

Juan López Ibarra ("Juancho López"): futbolista, entusiasta dirigente deportivo y comerciante en el sector farmacéutico. Combinaba su labor como propietario de Droguería Holanda con sus actividades de directivo de la liga. 

Diógenes "Papi" Zúñiga:  un temible goleador del equipo Solo Deportes y de la Selección Guajira quien tuvo una breve incursión en el fútbol profesional. Era el más emblemático jugador del momento por su constancia, disciplina y efectividad en las redes contrarias. 

Hernando René Urrea Acosta:  presidente del Comité Pro Liga, posteriormente fundó la Junta Municipal de Deportes. Fue presidente de la Liga de Fútbol de La Guajira y de la División Aficionada del Fútbol colombiano, Difútbol.   Se le considera el más representativo dirigente del deporte guajiro en la historia. Pereció el 24 de julio de 1985 en un accidente aéreo al caer a tierra el avión en que viajaba de Leticia a Bogotá.  

En el momento de ese trágico suceso en el que también perdió la vida su esposa Alba Luz Tamayo, ejercía como presidente de la Difútbol. En homenaje a este dirigente se le cambió el nombre al estadio San José, que pasó a llamarse Hernando René Urrea Acosta.

No logramos identificar a los niños ni a los aficionados que también aparecen en la foto. ¿Podrías ayudarnos a hacerlo?

martes, 13 de agosto de 2019

¡Hagamos esto por Maicao, votemos!

Escrito por: Alejandro Santi Rutto Ortega 


En las últimas 2 décadas en Maicao han estado los mismos grupos políticos en el poder,  solo hemos visto cómo se han enriquecido  sus líderes y como ha decaído nuestro pueblo. Es ese mismo Maicao   que defendemos cada semestre cuando nos toca partir a    nuestra ciudades donde nos tocó crecer académicamente porque no       alcanza la oferta académica en Maicao, son pocos los que pueden      seguir sus estudios superiores aquí mismo y a otros con mucho esfuerzo y dolor nos    tocó   ir a otra ciudad.

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Tierra de inmigrantes


Para nosotros no tiene mucho sentido pero, Maicao fue conocido por ser el punto comercial más grande de Colombia, todo lo nuevo llegaba por aquí y se distribuía a todas las ciudades principales del país. Somos la generación que ha visto la muerte lenta de la muy conocida 'Vitrina comercial de Colombia': Del aeropuerto solo conocemos una pista acabada que es sinónimo de peligro y cosas terribles, no sabemos que en ese lugar llegaban hasta 2 vuelos diarios de comerciantes, turistas y poderosos empresarios del país.

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Increíble lo que ocurría en el Maicao de los años setenta


Grandes equipos como Junior, Unión Magdalena, Millonarios e Independiente Santa Fe  disputaron memorables encuentros con el equipo de la frontera El ‘Deportivo Maicao’.  EL club llegó a disputar una final de la Segunda División del fútbol Colombiano quedando subcampeones contra Independiente Santa Fe. Hoy muchos jóvenes promesas se están perdiendo en la delincuencia, drogas y si les va bien le tocó dedicarse a un trabajo que les dé para comer, esto no es por falta de talento (el talento sobre en Maicao) es por falta de oportunidades, de ayudas y escenarios deportivos.

No todo es malo para nosotros los jóvenes, nuestros padres nos han puesto en bandeja de plata la oportunidad de convertirnos en una generación que marcó la historia de nuestro municipio en dos, ellos no han sabido elegir. Tenemos que votar con el cerebro, teniendo en cuenta nuestras propias experiencias y lo que nos cuenta nuestros mayores, hoy la idea es acabar con los mismo que han gobernado por 16 años y reconstruir nuestra Pampa Querida.

La única esperanza está en los jóvenes, que solo hemos escuchado del buen Maicao y hemos vivido en el peor.

¡Hagamos esto por Maicao!

miércoles, 25 de marzo de 2009

Crónica: el crack de los pies descalzos

Diego Maradona: "Yo crecí en un barrio privado... privado de luz, agua, teléfono..."

Por: Abel Medina Sierra

“Perita” lo llamábamos, creo que ya no lo recuerdan por ese nombre. Se que vive en el otro extremo de la ciudad al que le decían hace algunos años “El Caguán”, no será por lo tranquilo.

Cuando uno se cambia de barrio hasta los apodos se diluyen. Quizás lo llamen por el nombre con el que lo bautizaron por allá por los lados de Barrancas: Albert López Bolívar. Supe su nombre cuando coincidimos en la misma escuela, “La Pública”, uno de los pocos planteles oficiales de los 70`s a la que acudíamos niños de todos los barrios de la ciudad. Esto hace varios años, tantos que muchos nombres incidentales de esta historia ya hacen parte del inventario de ausencias.

“Perita” era menudito, aunque se le contaban las costillas sus brazos y su pecho eran de una consistencia atlética, ancho de hombros y flaco de cintura. Su pelo de sortijas encrespadas, sus piernas corticas y su andar de torero ufano no pasaban desapercibidos, “Culito parao” decíamos en la cuadra. Había llegado con sus padres como parte de una inmensa colonia familiar que desde entonces comenzó a poblar esta frontera: los López.

Su abuelo, Eusebio López había dejado como al desgaire unos cuarenta hijos regados por toda La Guajira. También su padre arrastraba la estela de semental irrefrenable. Los López encontraron en el negocio compra venta y repuestos de carros un oficio que parece haber contagiado a todos sus descendientes, incluso a “Perita”.

No recuerdo cómo comenzó nuestra amistad, sería por el fútbol, sus hermanos y yo nos hicimos solidarios hinchas de Millonarios, un equipo “cachaco” por llevarle la contraria a los Muñoz, unos vecinos recalcitrantes, chauvinistas y apasionados hasta el paroxismo por el Junior. En la escuela estábamos en el mismo salón.
Cada uno tenía su reino, el mío era la escuela, allí mandaba yo. Yo ideaba las claves para “soplarle” en los recurrentes exámenes de falso y verdadero. El mandaba en la cancha, bueno no siempre era cancha, la mayoría de veces era la calle arenosa o el patio semi-enmontado. Allí en los partidos de pies descalzos, con pases magistrales que yo no aprovechaba (el fútbol no fue territorio fértil para mi destreza) me devolvía los favores académicos.
Nos unía también la inclinación hacia la música, entonces yo soñaba con emular a Alfredo Gutiérrez. El cantaba rancheras como “El perro negro” y elogiaba a los charros mejicanos; a mi me fascinaba el vallenato como “La creciente”, al fin ni él ni yo palpamos fortuna en nuestras voces.

“Perita” era mi héroe cuando estaba en sus dominios, creo que él admiraba mis desempeños académicos. Lo suyo era la bola de trapo; la escondía, la pegaba como si fuera una prolongación de sus diminutos pies, le imprimía combas que desafiaban las leyes físicas. Su vertiginosa carrera con la pelota lo hacía incontrolable para todo defensa.

La magia del engaño en su diminuto cuerpo. Esa “pera” no era fácil para ninguno que le tocara la suerte de estar en el equipo contrario. Entre sus cualidades para el fútbol estaba su notable condición para el remate, una patada con rauda dinamita.

No era para menos, era hermano de Eustorgio López, aquel que pensaron suspender de los campeonatos pues la liga de fútbol no quería asumir las pérdidas de arreglar las mallas, cada partido que éste anotaba las rompía todas. Los fanáticos perdieron la cuenta de cuántos arqueros había “privado” en su rutilante carrera de fusilazos al arco.

Los partidos del barrio tenían la pícara alegría de un puntero que abría zanjas en toda defensa, que rompía con fuerza y velocidad todo esquema, que quebraba cinturas con magia de contorsionista, dribbling certero e intuición electrizante. Sus pies descalzos parecían volar sobre las arenosas canchas. “Perita” fraguaba un futuro de estadios repletos y apoteósicas ovaciones, su mañana tenía cara pecosa de balón y olor a sudor y grama.

Los técnicos de equipos infantiles y juveniles preguntaban por él, los jugadores mayores se escapaban a admirar su hábil gambeta, “Perita” pedía a gritos un cupo para sus piernas en el estrecho estante de la gloria pobre de nuestro fútbol.

Cuando Gaby Salas, un próspero marimbero, contrabandista y gallero con prurito despilfarrador armó un equipo juvenil de fútbol reclutando los mejores prospectos de la ciudad, “Perita” fue el primero en su lista. “La Bodega” se llamaba el equipo, en honor al almacén donde Gaby guardaba sin recato su contrabando de café. Para este excéntrico mecenas del fútbol su pasión por el equipo de nuestras preferencias, el desteñido multicampeón capitalino, le hizo conformar su propio club que vestía también de azul de los Millonarios.

Con sana envidia disfruté ver a mi ídolo con el número de Willington Ortiz, allí estaba “Perita”, presto a apurar los primeros tragos del éxito.

El debut de “Perita” en el campeonato municipal fue unos de los eventos que más ha despertado entusiasmo en mi vida. Me consolaba saber que yo era una de sus amistades predilectas, que varias veces sus cinco en el salón tenían una deuda conmigo, quién creería que el lunes próximo no turnaríamos a cantar el su “Perro negro” y yo mi “Creciente”.
Allí estaba en el estadio, impecable, con su postura de torero ufano, su “culito parao”, sus botines recién comprados, el número siete del “Viejo Willy”, su cintura presta al engaño, su carrera predispuesta a la burla, su rifle montado para castigar arqueros. Allí estaba mi héroe, y el barrio entero se había volcado a aplaudir sus gestas balompédicas.

Petronio Zúñiga era el árbitro, un matusalén que todos conocían por que casi siempre caminaba descalzo las calles llenas de alfileres del centro. Únicamente usaba zapatos cuando oficiaba como árbitro. Era reconocido por su imparcialidad y su semblante hurañamente cuarteado por los años. Cuando Petronio dio el pitazo inaugural los aplausos ya agitaban la sonrisa de “Perita”.
Pasaban los minutos, “Perita” corría y corría, con denuedo, con bravío entusiasmo, pero la pelota, esquiva, se volvía un untuoso jabón entre sus piernas, se escapaba hacia la banda lateral, sus tiros al arco se desviaban, sus dribblings centelleantes dieron paso a una torpeza de paquidermo, no había resquicio para su genio. Era otro.
Su magia escaseaba, su gambeta no engañaba ni a un poste; su galope era deslucido y lento. La desilusión temprana. Mi entusiasmo se diluyó con los minutos, los aplausos comenzaron a escasear, lo abucheos le demostraron la sucia cara del fracaso. Fue entonces que lo vimos acercarnos a su técnico, el siempre cascarrabias “Encho” Escudero, “si me dejan quitar los zapatos soy otra cosa” se le oyó decir. El partido fue parado ante el desespero estentóreo de Gabby Salas.
Le pidieron al árbitro que le permitiera jugar sin los botines como le permitían en los partidos amistosos con Los Diablos Rojos del barrio Pastrana o con el Deportivo “Lucky Cotes” del reconocido marimbero de Riohacha. La magia estaba en sus pies descalzos, en sus dedos pequeñitos, en su empeine firme, en el contacto vivo con la arena y el balón. Petronio no transigió a pesar de los reclamos y amenazas de la enfurecida banca azul y las amenazas de Gaby Salas. El cambio no se hizo esperar, - sale “Perita”, entra Nieves – lapidó el técnico, una tarde de decepción.

Asistimos a otros partidos de “La Bodega”, siempre ganaba, era un equipo triunfador, arrasador, ahora tenía otros ídolos: Vitico, Polo, un flaquito que le decían “La yilé” por sus filigranas de artista. Claro a quines conocíamos a “Perita” sabíamos que nunca lo igualarían. “Perita” se fue acostumbrando a la banca.
Allí lo observaba, su uniforme impecable, así regresaba a casa de la vieja Pilar, sin untarse de la arena que tanto añoraba, sin la alegría original del gol propio, sólo con el consuelo del gol ajeno. En la banca se desvanecía su raudo ímpetu, la burla de sus piernas, la picardía de sus pies, su sonrisa se tornaba mustia. En las prácticas aún se gozaba con su pericia y arte, pero en cada partido la fría banca le hacía lamentar de los relucientes botines que le robaban su magia. -Porqué no hacían campeonatos de pies descalzos– preguntábamos sus amigos - .

Con los días perdió amor por el fútbol, también con los días se mudó del barrio. Cuando terminamos la primaria los caminos se bifurcaron y las oportunidades de encontrarnos se limitaron. Muchos años después, en unas vacaciones de semana santa lo encontré en una playa, jugaba al fútbol con una pelota rebotadora. Aún conserva la cara del niño travieso, aún tenía picardía, aún sonreía con los recuerdos. Su imagen del pasado fue tomando forma en mi memoria. Ahora lucía muchas cadenas en el pecho y usaba pistolas como los “cachaafuera” de la región.

Al preguntar por él me dicen que compra y vende carros venezolanos, también me dicen que se ganó una vez la lotería. Ahora luce en carros vidrio-ahumados, será por eso que no lo veo desde hace muchos años, ahora lo llamarán por su nombre. Cada vez que lo recuerdo, me asalta la frustración por los guayos que no dejaron trascender su fibra campeona. Para mi siempre será “Perita”, el crack de los pies descalzos.

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Personas que han leído este artículo desde el 25 de marzo del 2.009 a las 7:30 de la noche, hora colombiana:




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sábado, 9 de agosto de 2008

El fútbol: una historia redonda y sufrida


Penalti de último minuto

Eduardo Galeano: "Han pasado los años, y a la larga he terminado por asumir mi identidad: yo no soy más que un mendigo del buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico: una linda jugadita, por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece".

Ese día el sol derramaba su luz intensa sobre la arena amarilla de las calles sin pavimentar en nuestro pueblo del semidesierto guajiro. No teníamos cómo medir la temperatura pero las gruesas gotas de sudor en nuestras jóvenes caras indicaban que  era tan alta como la que se siente a dos metros de distancia de una hoguera encendida con todas las hojas secas del mundo.

Ese día la Selección de la Guajira jugaba de local y sus partidos se disputaban en lo que nuestros gobernantes solían llamar en un uso exagerado y desmedido del lenguaje, "estadio Municipal". Por esos días se le llamaba también Estadio San José en homenaje al santo patrono del pueblo. 

No creo que le hayan pedido permiso al santo carpintero porque seguramente se hubiera negado a autorizar que su nombre fuera utilizado para bautizar una cancha llena de piedra y vidrio cercada por una vetusta pared de un metro de altura.

En todo caso allí, en ese potrero viejo, grande, descuidado y querido, se jugaban los más importantes partidos de la época y el de ese día enfrentaba a nuestra gloriosa selección contra la de Sucre. A decir verdad no era una buena temporada para los muchachos quienes conjugaban el verbo perder con más frecuencia de lo que nos hubiera gustado.
..
Sin embargo, teníamos la sensación de que ese día íbamos a ganar, así que yo me fui desde bien temprano, esperé a que el policía de la puerta se descuidara, como hacía todos los domingos, pasé por encima de la cerca y me ubiqué lo más cerca que pude de la cancha de la gruesa manila que separaba a la cancha del público. 

El público llegaba y llegaba y llegaba...hasta que el lleno fue total. El árbitro dio inicio al partido y yo me preparé para sufrir, pero antes de sufrir busqué en los bolsillos una moneda para comprar un helado, pero cuando terminé la búsqueda comprendí que el sufrimiento sería doble.

.. Las acciones del partido me indicaron que esa tarde sería diferente. 

A los quince minutos marcamos el primer gol y antes del final del primer tiempo anotamos el segundo. La gente estaba feliz: unos corrían, otros saltaban y cada uno buscaba a alguien para abrazarlo aunque fuera un desconocido. El señor flaco y alto a quien le compraba el periódico las semanas en que podía ahorrar todos los días de la merienda, regaba el contenido de su cerveza en las cabezas de sus vecinos.

.. En el intermedio todos estábamos muy felices. Algunos pensábamos en la primera victoria de los últimos cuatro partidos; otros se preparaban para abrazar a los jugadores, y ciertos locos calculaban de qué tamaño era el saco en donde los visitantes tendrían que guardar todos los goles que aún faltaban. Los más pesimistas pensaban que el león dormido despertaría, para anotar tres goles, o más, y arruinarnos la fiesta. Yo hacía parte de ese grupo, pero no se lo comentaba a nadie (espero que ustedes tampoco cuenten esto) y me aguantaba mis temores en silencio.

.. No habían transcurrido veinte minutos del segundo tiempo cuando Sucre anotó un gol. Vi a mis vecinos preocupados: unos se agarraban la cabeza, otros decían maldiciones y otros más insultaban al árbitro por no pitar una falta previa al gol. Alcancé a ver a unos señores cuando se dirigían hacia la puerta de salida. Pero regresaron porque en la puerta de afuera se había acabado la cerveza. Después supe que eran de Sincelejo y estaban más contentos que ellos con su gol que nosotros con los dos que llevábamos.

.. Los minutos pasaban y la tensión iba en aumento. El balón se amañó en nuestra área grande y no quería salir de ella. Dos veces se estrelló en el horizontal y una vez más en el vertical izquierdo. Además, Nilson Martínez, un muchachito bajo, nervioso, gritó y muy ágil nos había salvado seis veces más.

.. -Ya se acabó el tiempo, dijo mi vecino. Sin embargo, el árbitro como que no lo oyó porque el partido siguió de largo. Y Nilson debió esforzarse al máximo para evitar goles casi hechos de nuestros rivales.

.. - ¡Se acabó el tiempo árbitro!, gritaba la gente. Y le decían otras palabras que no recuerdo relacionadas con la señora madre del juez. Y contra otros miembros femeninos de su árbol genealógico.
.. El balón llegó de nuevo a nuestra área en la última jugada del partido. O en lo que debía ser la última jugada. 
El defensa Solano se dispuso amortiguarla con el pecho para luego enviarla lo más lejos posible. Pero entonces sucedió lo increíble...la pelota se elevó por encima de la cabeza del zaguero y este debió pensar que si la dejaba pasar, se metería irremediablemente en la enorme portería situada a sus espaldas.

Debió pensar también que el portero estaba desmayado o muerto porque hizo lo que ninguno hubiera querido que hiciera: golpeó la pelota con la mano. Y pensar que estaba en plena área de pena máxima.

.. El árbitro estaba asoleado, cansado y casi enfermo. Seguramente quería desembarazarse rápido y bien de ese juego, pero la jugada fue tan evidente...y no tuvo más remedio: se llevó el pito a la boca y señaló el punto maldito de los once metros.

.. A todos se nos vino el mundo encima: al pobre defensa a quien jamás volvería a ver en la vida, al vecino experto en mandarle saludos a la progenitora de los árbitros y hasta a los policías que después de tres meses de vivir en el pueblo habían aprendido a quererlo.

.. Nilson Martínez estaba en el piso, muerto ahora sí, pero de la rabia y el coraje. Los demás jugadores se resignaron. Después de todo el penalti, una vez convertido en gol, sería un empate y no una derrota.
.. El árbitro fue donde Nilson y le habló como un padre al más querido de sus hijos. Debió ser muy persuasivo porque lo vi levantarse y encogerse en la portería al estilo de Pedro Zape en el Deportivo Cali y la selección Colombia. 

El árbitro volvió a decirle algo y luego se dirigió a donde el ejecutante. Era un jugador alto, moreno, de pómulos salientes y ojos pequeños. Le dijo algo y se alejó de él.

.. Yo miré a quienes estaban a mi alrededor y pude ver los rostros de hombre y mujeres absolutamente invadidos por la preocupación. Si les hubieran medido la presión sanguínea en ese momento los habrían hospitalizado a todos en la unidad de cuidados intensivos. 

El verdugo tomó cinco metros de impulso y dio el primer paso hacia adelante. Nilson se encogió aún más...el árbitro fijó los ojos en su auxiliar y la multitud contuvo la respiración. Luego, el segundo paso y comencé a pensar en la tristeza de toda la semana; y de todo el año y de todos los demás días.
..
Tercer paso y alcancé a ver a varios hombre fuertes y pendencieros cuando cerraban sus ojos; dos policías luchaban para mantener a raya a un niño que, inocente de la gravedad del momento, pretendían jugar con su balón en la cancha.

..Cuarto paso y miré a las golondrinas posarse en el árbol del solar vecino con la mirada vuelta hacia el rectángulo marcado por las rayas blancas casi borradas por la brusquedad del fútbol; quinto paso y Nilson Martínez llegó al máximo de su tensión. El pie derecho del sucreño pateó con fuerza el balón y yo no pude más...también cerré los ojos. Pero los abrí en el momento justo...

.. El momento justo en que el baló se dirigía al vertical de la mano derecha de nuestro portero para incrustarse en el fondo de la portería; para convertirse en gol para decretar el empate; para echar sobre nuestra tristeza mil toneladas de melancolía.

.. En el momento justo en que el baló iba a penetrar en el marco, apareció una mano salvadora. Era la mano providencial de Nilson Martínez, quien en el último suspiro voló con la fuerza de toda su sangre y con el impulso de nuestra rabia contenida para interponerse entre la miseria absoluta y la prodigalidad plena; entre la desgracia burlona y la victoria refrescante; entre el final abrupto y el comienzo nuevo.

.. La pelota se fue a la última raya y no supimos si el árbitro ordenó cobrar el tiro de esquina o el final del encuentro porque ni la manila ni los policías fueron capaces de contener la turba que, enloquecida por la alegría se lanzó en búsqueda de Nilson para pasearlo en hombros. Yo me quedé un rato más y vi la historia redonda y pecosa, encerrada en un partido de fútbol.

.. Presuroso por llegar a casa antes de que se venciera el permiso que me dieron para ir a buscar la tarea de historia en casa de un profesor, abandoné pronto los límites del "San José". Pero cuando me iba alcancé a ver una veta de amor en los ojos claros de Mileida, la bonita del colegio, quien hubiera dado todo lo que tenía por un abrazo con el héroe de la tarde.
..
Y vi al flaco de los periódicos derramar más cerveza sobre las cabezas de sus felices vecinos quienes se gritaban enloquecidos como si la vida empezara de nuevo después de un cataclismo.
..

sábado, 12 de abril de 2008

Real Maicao consiguió nueva victoria


Leonardo Mléndez, director técnico del Real Maicao
Brranquilla-. El Real maicao consiguió una importante victoria 2-0 como visitante hoy en esta ciudad ante la Corporación de Alto Rendimiento PVC en juego válido por la segunda fecha del toneo de fútbol de la Primera C.

El juego tuvo un intenso trámite con acciones para los dos equipos. El cuadro de maicaero comenzó a mostrar su jerarquía con el transcurrir de los minutos. Su juego ofensivo dio resultado cuando el juez central del partido pitó una pena máxima a su favor, la cual fue cobrada por Breitner Parodi y desviada por el guardametas local.

En el minuto 26 del segundo tiempo el goleador Carlos Mario Díaz marcó el primer tanto del encuentro. Doce minutos más tarde el mismo jugador puso cifras concretas al marcador anotando el segundo gol´ para su escuadra.

Leonardo Meléndez, técnico del Real Maicao expresó su satisfacción porque el equipo se acerca poco a poco al nivel que se desea.
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UNIÓN MAICAO JUGARÁ EL CLÁSICO DE LA FECHA

Maicao-. El Unión Maicao jugará este domingo el clásico de la fecha en el torneo de la Primera C, zona costa Norte, ante el unión Magdalena. El juego se efectuará desde las 3.30 de la tarde en el estadio hernando Urre Acosta. El Unión debe obtener un buen resultyado pues en la fecha anterior cayó en su juego de visitante. Una victoria sería además un aliciente para el clásico de la frontera que jugará el domingo 20 de abril ante el Real Maicao.

lunes, 4 de febrero de 2008

Club unión Maicao Eligio nueva junta directiva

Por Ernesto Acosta Solano.

Después de varias reuniones el pasado viernes se eligió la nueva junta directiva del Club Unión Maicao, el cual adelanta gestiones para su participación en el campeonato de la primera C zona costa norte.

La reunión de la entidad deportiva se llevo a cabo en las instalaciones de la IPS Supula Wayuu con la asistencia de unos 25 afiliados que deliberaron por más de tres horas la necesidad de tener en competencia un equipo que represente a la ciudad de Maicao en tan importante certamen futbolero.

En el marco de la asamblea se escuchó el informe presentado por el tesorero del club, Jaime Gutiérrez quien preciso que existe un pasivo del año anterior que asciende a los l7 millones de pesos, que serian cancelados a través de conciliaciones con los deudores entre estos el cuerpo técnico.
Es de anotar que en esta reunión se leyó un acta para la aceptación de nuevos afiliados en los que se cuenta al presidente del honorable concejo municipal, Hugo Montalvo Manjarres y la del diputado Odilon Velásquez.

Luego de escuchadas las postulaciones la asamblea voto por las siguientes personas;
Presidente, Eduber Hernandez, Vice –presidente, Reginaldo Barros, Tesorero, Edmundo Sardot Solano, secretario Rafael Peñalosa, vocal Oscar Rodríguez, fiscal Alberto Roys Abuchaibe con la suplencia de Jaime Gutiérrez.

El electo presidente del club unión Maicao, Eduber Hernandez en sus primeras palabras expreso que la primera tarea será la organización de los estatutos orgánicos con la finalidad de tener una carta de navegación acordes a las nuevas disposiciones de la coordinación de costa fútbol.

Por su parte el vicepresidente, Reginaldo Barros dijo que ya viene dialogando con el coordinador de deporte con la finalidad de adquirir en préstamo el estadio Urrea Acosta para la realización de prácticas y partidos oficiales del campeonato de la primera C.

El dimitente presidente Antonio Rodríguez López expreso que desde otro ángulo ayudara al equipo fronterizo ya que sus múltiples ocupaciones no le permiten estar este año al frente de las actividades deportivas.

La nueva junta directiva se juramento y de inmediato citaron para una próxima asamblea para el día 5 de febrero a partir de las cinco de la tarde en la sede de la IPS
Supula Wayuu, ubicada en la calle 18 con carrera l2 esquina.

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