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miércoles, 13 de abril de 2011

JORGE ROBLEDO ESTUVO EN UNIGUAJIRA

El senador Robledo disertó sobre el plan de desarrollo 2010-2014, la reforma a la ley de regalías y la reforma a la ley de educación superior o ley 30.



Por: Orlando Cárcamo Berrío




El senador Jorge Robledo se presentó, en compañía del diputado Deimer Marín, en la ciudadela de la Universidad de La Guajira el pasado primero de abril de 2011. Disertó sobre el plan de desarrollo 2010-2014, la reforma a la ley de regalías y la reforma a la ley de educación superior o ley 30.


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miércoles, 25 de marzo de 2009

Elecciones universitarias: un sistema perverso, impopular y desacreditado

Napoleón Bonaparte: "Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los gobiernos para adormecer a sus gobernados".
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Por: Alejandro Rutto Martínez


Imagínese el lector esta situación curiosa y extraña. Usted vive en un país en donde todo puede ocurrir pero cada vez ocurren hechos que lo sorprenden más y más. Pero no solo lo sorprenden porque todo lo que ocurre va en contravía de la lógica, el sentido común y las normas, sino que en más de una ocasión ha sentido fastidio, molestia, rechazo, impotencia y desconfianza.

Fastidio por lo repetitivo de las injusticias; molestia porque nadie hace nada para cambiar lo queda todas luces está mal; rechazo porque la tolerancia frente a lo que está mal se ha agotado; impotencia porque debemos ser burlados una y otra vez sin poder reaccionar y desconfianza hacia todas las instituciones aún hacia las legalmente constituidas.

Pero volvamos a imaginar. Imagínese que hay unas elecciones pero usted siente que no debe participar porque recuerda que todos los candidatos prometen y prometen y nunca cumples. Pero la campaña se pone interesante, usted ve carteles por todas partes, escucha las voces de los candidatos por la radio, los ve por televisión y observa los afiches en distintos lugares. Al fin accede ir a una reunión y más adelante uno de los candidatos lo visita y usted decide darle una nueva oportunidad a la democracia y a su resquebrajada confianza.

Entonces usted toma interés, y después de leer el programa de todos los candidatos, escoge a uno de ellos, se suma a su campaña y lo apoya con lealtad incondicional y convicción a toda prueba. Va con él a visitar potenciales electores, le ayuda a preparar sus discursos, le ayuda a recaudar fondos, tiene una que otra discusión con activistas de otras campañas y asiste con entusiasmo a los debates en que los candidatos exponen sus ideas y controvierten las de los demás. Su candidato suma cada vez más puntos y así se refleja en las encuestas más serias.

Si todo sale como se espera, será el ganador indiscutible de la contienda.

Al final llega el gran día y usted sale a votar temprano y cumple con las obligaciones que la campaña le ha encomendado: transporte, apuntar datos, vigilancia en las mesas, en fin.

El ambiente es bueno y, al término del conteo, se confirman las tendencias: su candidato gana de manera amplia y categórica. Usted festeja moderadamente pero no puede ocultar su alegría. Se abraza con su mejor amigo y le dice ¡Ganamos, yo sabía que íbamos a ganar!

Pero su amigo, con una alegría moderada y un realismo a flor de piel le dice: ¡Todavía no!
Y luego le explica algo que a usted le parece terrible. Ganar las elecciones es que han concluido no sirve de mucho, porque se trata de elegir al rector de la Universidad y en estas instituciones el sistema es distinto y único: los electores escogen una terna y de ella el consejo superior puede escoger al que desee en su real saber y entender.

Unos días después los nueve miembros del Consejo Superior se reúnen a puerta cerrada, de espaldas a todo el mundo y escogen un candidato distinto al ganador, pero que, fortuna la suya, también se encontraba en la terna.

Usted rompe el último afiche que tenía, le regala las camisetas al reciclador del barrio y jura no creer nunca más en las elecciones ni en nada que se le parezca.

Lo anterior no es un cuento ni es ficción. Es el impopular y desprestigiado sistema de designación de rector en algunas universidades colombianas, entre ellas la Universidad de La Guajira. Y pensar que hay quien defiende este procedimiento perverso.

Lo defienden porque es una forma de acceder a los cargos aún en contra del querer de las masas. Pobrecitos, porque cuando comienzan a gobernar la gente tiene mil maneras de decirles que no los quiere. Y son como un tirano aislado a quien le sirven por temor y rechazan por convicción.


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