sábado, 26 de agosto de 2017

Todo por la familia

Consejos para los jóvenes y la familia

Ideales de vida

Educación popular incluyente y permanente

""Lucho por una educación que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer".  Paulo Freire

He sostenido siempre que el acto educativo es uno de elementos básicos para que la persona camine de prisa detrás de la utopía que seguramente nunca podrá alcanzar pero que, en atención a Galeano, le permitirá moverse siempre adelante. 

No creo que la educación esté obligada a cumplir con una labor mesiánica de salvar a la humanidad pero sí es un camino seguro para  motivarla y ayudarla a seguir un camino a través del cual encontrará su propio goce y se aproximará a la construcción de los sueños individuales y colectivos.

Sin embargo, creo que la educación, en cierto sentido, es una herramienta, y como tal puede ser utilizada por el dueño de ésta tanto para bien como para mal.  Para bien porque sirve para que el individuo sea desafiado y en medio del desafío que la vida le plantea pueda llegar a la búsqueda de la felicidad.  

La educación puede hacer que el campesino sea un buen ingeniero agrónomo en el futuro; y conseguir que el niño que soñaba con ser piloto, pueda, algún día, por lo menos montarse en avión en condición de pasajeros; y también puede hacer que la niña traviesa y vivaracha que en la soledad de su aldea sueña con ser doctora para curar a sus abuelitos, al fin llegue a vestir la bata blanca de médico y trabajar en el aséptico hospital de la gran ciudad.  Y también puede ser utilizada para bien porque en los procesos de mediación pedagógica el maestro y el estudiante pueden reconocerse como integrantes de un mismo contexto social en la que juntos habrán de construir procesos de cambio.

La educación es uno de los medios que existe para conocer, saber y aprender, y le sirve a las comunidades para sistematizar su acervo cultural y sus tradiciones y garantizar la  prolongación de su existencia.
Sin embargo, la educación puede ser también un medio de manipulación  y de sometimiento a las clases populares y vulnerables para que éstas continúen, sin derecho a la protesta, en la situación de exclusión a la que han sido sometidas durante los cinco siglos subsiguientes a la llegada de los europeos a lo que hoy es Iberoamérica.  La educación es parte de la artillería pesada utilizada por el establecimiento para lograr sus fines y garantizar su solidez y perpetuarse como lo único bueno y aceptable para la sociedad.

La educación popular está llamada a romper con el paradigma de que lo que existe y como existe es lo mejor. Su función es ayudar a descorrer el velo de la ignorancia y no de cualquier ignorancia como la de no saber que 2 +2 son 4, sino la ignorancia de saber que nos están destruyendo el medio ambiente del cual dependemos, que nos están cambiando la cultura que nos hizo fuerte, que nos están metiendo en una forma de vida  en el que las cosas son más importantes que las personas y en que el arte popular debe doblegarse ante el poder arrollador de la cultura foránea.

La educación popular tiene el reto de educar personas pensantes, que no se compran ni se vendan por un pedazo de pan ni por un millón de monedas de oro y tiene también el compromiso sagrado de llevarnos por el camino de la emancipación social, y comprender a Eduardo Galeano cuando nos invitó a ser desobedientes cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.



sábado, 19 de agosto de 2017

¿Qué somos en realidad?

Jesús de Nazaret: Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre Celestial, es mi hermano, mi hermana y mi madre.


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Si usted lo ve bien eso es lo que somos en la vida: pasajeros en tránsito, pues hemos venido por un tiempo a la vida terrena, tal como la conocemos y un día hemos de marchar de vuelta a la casa paterna, situada en la eternidad.   Nos ocurre como cuando estamos en un aeropuerto o en un terminal de transportes esperando el avión o el bus o el tren que nos llevará a nuestro destino definitivo. Mientras  permanecemos en ese lugar vemos televisión o las pantallas de los próximos vuelos, tomamos un café, leemos un libro o revisamos el correo…son actividades transitorias, porque ese no es nuestro sitio.

Buena parte de los problemas de la raza humana tienen su raíz en haber creído que éste es su lugar definitivo y han desarrollado un apego egoísta y exagerado a los bienes  acumulados y a los placeres sin pensar  en la temporalidad de todo lo que existe y en que algún día tendremos que salir de la sala de espera y continuar nuestro viaje.

Cuando hizo alusión a las preocupaciones  de este mundo Jesús de Nazaret hizo una invitación a que no nos desesperemos ni nos angustiemos por las necesidades del día a día. En una de sus más conocidas enseñanzas se hizo una comparación entre las necesidades de las aves del cielo y las de los seres humanos, tal como se puede leer en el capítulo 6 versículo 26 del libro de Mateo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”

Y más adelante  nos da uno de los mejores consejos que alguien pueda ofrecernos: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” (Mt. 6:31)

Nuestro Padre Celestial sabe que necesitamos todas estas cosas. Así lo ha dicho Jesucristo, quien nos invita a buscar algo aún más importante que la comida y la bebida y todos los bienes materiales y es el reino de los cielos y su justicia. Y si lo buscamos se nos ofrece una ventaja adicional: todo lo demás, lo adicional, lo materia, también lo recibiremos. Así se desprende de uno de los textos bíblicos más sobrecogedores que podamos leer: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”

Desafortunadamente hemos estado invirtiendo el orden establecido por Dios y gastamos casi todo el tiempo y buena parte de nuestra existencia a conseguir lo que ya se nos ha ofrecido pero no como el obsequio principal sino como añadidura. En otras palabras, vivimos desesperados por obtener la envoltura cuando realmente lo que vale es el regalo, lo que va por dentro, en otras palabras, el reino de los cielos y su justicia.

Ha llegado la hora de hacer un alto en el camino y pensar en lo que de verdad cuenta. Nuestro lugar no está en la sala de espera de un terminal ni en las cómodas sillas de un moderno y rápido vehículo. Nuestro verdadero sitio está en la eternidad al lado de Dios u por eso el gran propósito de hoy y de siempre debe ser atender el llamado de Jesús a buscar el reino de los cielos y su Justicia. Y lo demás es lo demás. Y vendrá por añadidura. 



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